El Día del Trabajador, celebrado cada 1 de mayo, conmemora la lucha de los Mártires de Chicago en 1886, quienes exigieron una jornada laboral de ocho horas en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, donde miles de trabajadores, anarquistas, sindicalistas y socialistas se unieron para exigir una reducción de las extenuantes jornadas laborales.
Por aquel entonces, una persona podía trabajar hasta 18 horas seguidas sin causa justificada, ese año más de 35.000 trabajadores abandonaron sus puestos de trabajo y salieron a las calles, demandando un cambio radical.
La planta de cosechadoras McCormick fue el epicentro de la violencia el 3 de mayo de 1886, que también terminó en tragedia, con un artefacto explosivo causando la muerte de un policía y desencadenando más violencia.
Por eso, no se trata de un feriado más, sino de un homenaje a los trabajadores que dieron su vida por conseguir muchos de los derechos laborales que hoy se consideran básicos, como la jornada de ocho horas de trabajo. Gracias a estas protestas, se estableció la jornada laboral en muchos países.
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