El profesor jubilado de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de los Andes (ULA) José Rafael Lozada, señaló que entre 2010 y 2020 se deforestó en Venezuela alrededor de 127.400 hectáreas al año.
«Eso prácticamente significa que destruimos todos los días el equivalente a casi 350 canchas de fútbol en todo el país», alertó Lozada durante una entrevista para Radio Fe y Alegría Noticias.
Si bien la tasa de deforestación mostró una reducción en comparación con las dos décadas anteriores, cuando se deforestaban 287.500 hectáreas anuales entre 1990 y 2000, ubicando a Venezuela entre los 15 o 20 países con mayor destrucción de bosques a nivel mundial, el experto no atribuyó este cambio a un aumento de la conciencia ambiental.
«No creo que eso sea porque somos más conservacionistas o ambientalistas (…) Lo que creo es que ya se acabaron las tierras bajas al norte del Orinoco, que eran las más accesibles para la ganadería y la agricultura. Ahora, los campesinos van hacia las zonas de montaña, justamente hacia la Guayana venezolana», expresó.
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Las últimas cifras disponibles de MapBiomas Venezuela, correspondientes al año 2022, indican que solo quedan 53.700.000 hectáreas de bosque, lo que equivale a un poco más de la mitad del territorio nacional. Según Lozada, desde 1985 hasta el 2000, se deforestaron 122.900 hectáreas cada año en promedio.
«Prácticamente, acabamos con los bosques al norte del Orinoco», lamentó Lozada. «Lo primero que ha desaparecido son los bosques de los Llanos Occidentales, Centrales, Orientales y de la cuenca del Lago de Maracaibo».
El profesor de la ULA señaló que las principales causas de la deforestación tanto en Venezuela, como en prácticamente toda la Amazonía, son la agricultura y la ganadería anárquica.
«Lo que tenemos afectado por minería no llega a 100 mil hectáreas, mientras que por ganadería y agricultura son casi las 100 mil hectáreas todos los años», enfatizó.
Advirtió que la deforestación trae consigo una serie de consecuencias que no solo afectan al medio ambiente, sino también a la vida cotidiana de las personas. Entre ellas resaltó la pérdida de la biodiversidad y del ecosistema, así como la alteración del régimen hídrico.
Con información de Radio Fe y Alegría