El Mundo | Daniel Lozano – «¿Ustedes también tienen más energía después de encontrarnos ayer?», se interrogó la politóloga y youtuber Ana Milagros Parra horas después de una protesta global por la verdad electoral y por la libertad nunca antes vista. «Cada día aumenta nuestra fuerza. Hemos cumplido un objetivo más de nuestra estrategia. Vienen nuevos pasos y nuevas victorias», subrayó ayer María Corina Machado, convertida ya sin ambages en el gran fenómeno político del año.
Con el paso de las horas se sumaron protestas desde los lugares más recónditos, hasta superar la barrera de las 400, al menos 40 en España, con epicentro en la madrileña Puerta del Sol. Madrid quiso competir con Caracas, al igual que Buenos Aires, Miami, Santiago de Chile o Bogotá. A la postre, la Venezuela de dentro y la Venezuela de fuera lograron un «hito fundamental y una gran victoria para nuestra lucha», acuñó Machado en su primer mensaje tras el 17A.
Las imágenes de la líder opositora al surgir de entre las entrañas de la multitud, protegida por una chaqueta con capucha, para subir al Edmundomovil, dieron varias vueltas al mundo. Encorajinados por el nuevo desafío de la dirigente liberal, las fuerzas de Maduro «expropiaron» el camión una vez acabada la marcha. Lo mismo hicieron con el tanque de cartón creado por la artista Mabel Meléndez, que «disparaba» a militares y policías una salva de principios: valor, reconciliación y luz. La chica fue liberada tras estar detenida varias horas.
Puedes leer: Estados Unidos califica la Ley de control de ONG como un “ataque directo a la sociedad”
Tras la euforia llegó la resaca emocional, con una pregunta que se repitió por miles y que la propia Machado sopesó en su mensaje. «Viene una nueva etapa, que la propia María Corina numera como la quinta, que consiste en cobrar la victoria electoral para hacer respetar la voluntad popular. Las variables pasan por subir al chavismo el costo de permanencia en el poder y bajar el costo de entregar el poder para la transición. ¿Qué quiere decir? Para subir el costo hay que seguir en la línea de lo que se está haciendo, presión local y presión internacional, países y organismos que presionan para que acepten la verdad. Y sobre bajar los costos hemos sabido sobre varias propuestas y promesas a los altos jerarcas chavistas para que entiendan que para ellos mismos es mejor negociar su salida del poder», adelantó para EL MUNDO el analista Miguel Velarde.
El impacto de la protesta global fue tal que Maduro reaccionó horas más tarde para profundizar su mensaje metafísico y de violencia. «Nosotros estamos enfrentados a unos demonios, no estoy exagerando. Ellos tienen un pacto satánico con la Iglesia satánica de Estados Unidos, la Sayona se pone un medallón y unas cosas raras, porque tiene un pacto con Elon Musk (dueño de X y Tesla)», vociferó el «guerrero del amor». La Sayona, en referencia a Machado, es un personaje de las leyendas populares de los Andes.
En cuanto a los supuestos medallones esotéricos que apunta Maduro lo que porta Machado sobre su pecho son los rosarios que le ha entregado la gente durante sus recorridos en la Venezuela profunda, una colección de más de 5.000. Durante la manifestación del sábado le llegaron varios nuevos y al final acabó con una docena rodeándole el cuello.
Lee también: Unión Europea alertó sobre una grave crisis en Venezuela si el CNE no asegura resultados electorales transparentes
Maduro utiliza contra ella y contra Edmundo González una amplia gama de insultos, aunque en los últimos días insiste en calificarlos como demonios mientras se dibuja como un enviado de Dios para presidir Venezuela, un sorprendente David frente al «Goliath satánico», pese a los miles de guardias nacionales y policías que desplegó el sábado para hacer recordar a sus ciudadanos que en su país sí es peligroso manifestarse.
«Es inquietante que una figura con tanto poder se perciba a sí mismo como un iluminado con una misión divina, que ponga a su gobierno y al país que domina por la fuerza como el epicentro de una misión mundial en contra del fascismo. Esa misión le estaría dando argumentos a un dictador sin límites institucionales para hacer cualquier cosa. Un actor político así es incapaz de llevar adelante un diálogo», concluyó el sociólogo Gianni Finco.