Los venezolanos a lo largo y ancho de nuestra historia republicana hemos conocidos de alzaos, montoneros, guerrilleros, insurrectos y golpista, pero de fascistas y fascismos, por primera vez aparece en la jerga y la diatriba política nacional, eso sí traída al debate político actual paradójicamente por quienes más alardean de luchar contra ella, para aplicarla en todas sus letras a la hora de pretender sus opiniones y actos terroristas al grito de ahí va el fascista.
A Benito Mussolini, un político italiano, le debemos la creación de esta tenebrosa forma de ejercer la acción política dentro y fuera de las instituciones del Estado, quien fundó el Partido Nacional Fascista y con el mismo, llegó al poder en la Italia de 1922.
El fascismo asumió su mayor auge terrorífico en las manos del alemán Adolfo Hitler, cuando lo transformó en un movimiento político caracterizado por su nacionalismo extremo, autoritarismo, oposición a la democracia liberal y practicas inhumanas como los centros de exterminio a donde fueron a parar los judíos.
Venezuela jamás había conocido de líderes que asumieran ese ideario político. Ha sido bajo el gobierno de Maduro donde han aparecido estas prácticas con sus asesinatos y torturas en el Helicoide y el SEBIN y la reciente detención de centenares de niños, a los cuales en su poder le han sido aplicadas hasta torturas, tal como lo acaba de denunciar unos de los niños recién liberados, debido a la denuncia de sus familiares y la presión de comunidad internacional, quienes hoy abogan para que los culpables de esos delitos sean imputados ante la CPI.
Nicolás Maduro en sus enfermizas acciones fascistoides, ha provocado un fraude electoral en las elecciones del 28 de julio y ha bañado de sangre al país, con el exterminio de 25 jóvenes que salieron a protestar su conducta fascista de no reconocer el resultado donde ampliamente Edmundo González Urrutia, surgió como el próximo presidente de la República. Maduro, Diosdado, Padrino, Jorge y Delcy Rodríguez gritan al unísono “Hai va el fascismo” para desde ese alarido ejercer las acciones y prácticas fascistas jamás conocidas en nuestra historia.
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