12 de octubre.– “Algunos de ellos traían algunos pedazos de oro colgados de la nariz, que de buena gana daban por un cascabel de estos de pie de gavilano y por cuentecillas de vidrio: más es tan poco, que no es nada: que es verdad que cualquiera poca cosa que se les dé ellos también tenían a gran maravilla nuestra venida, y creían que éramos venidos del cielo”. Cristóbal Colón
Ahora en pleno Siglo XXI, el Papa Francisco, pidió perdón a los pueblos indígenas de América Latina, ante los muchos crímenes permitidos por la Iglesia Católica durante la llamada «Conquista de América».
El mismo Fray Bartolomé de las Casas nos cuenta cómo al llegar los españoles a las Américas aquel 12 de octubre de 1492 algunos indios les dijeron que, antes de ellos ya los habían visitados otros barbudos, que una Carabela había salido de un Puerto, y que iba cargada de mercadería, fue a parar a estas islas. Así que
codicioso el Almirante de saltar en tierra y ver aquella gente, y no menos ella de verlo salir, admirado de aquellos navíos, que debían pensar que fuesen algunos animales que venían por la mar o saliesen de ella.
¡Tierra, Tierra, Tierra!
Colón no tenía idea de donde estaba. El asombro fue tal que, al saltar a tierra, todos se hincaron de rodillas, dando gracias al Todopoderoso Dios y Señor. Pensaban haber llegado a tierra de las indias, así lo afirma el mismo Bartolomé, en su libro «Vida de Cristóbal Colon»: «Los indios que estaban presentes que eran gran número, a todos estos actos, estaban atónitos, mirando a los cristianos, espantados de sus barbas, blancuras y de sus vestidos.
De aquellos tiempos cuando Rodrigo de Triana se desgañitó gritando ¡Tierra, Tierra, Tierra! quedó un testigo para el resto de los siglos, Fray Bartolomé de las Casas, quien nos recordará, cómo los indios no tenían arma alguna, sino unas azagayas, que resultan varas con las puntas tostadas y agudas, y algunas con un diente o espina de pescado, usadas más para tomar peces que para matar algún hombre; en cambio, Cristóbal Colón y su gente trajeron la Cruz, Arcabuces y Espadas.
Autor Douglas Zabala
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