En los días finales de su tercera campaña presidencial, Donald Trump sorprendió a muchos al involucrar a McDonald’s, una de las cadenas de comida rápida más icónicas de Estados Unidos.
Durante una visita a Pensilvania, el expresidente hizo una parada en una sucursal local de la cadena, donde decidió ponerse un delantal y asumir el rol de encargado de freír papas fritas. Con entusiasmo, Trump se dedicó a preparar alimentos y a servir a los clientes en el autoservicio, afirmando que todo corría por su cuenta.
Este acto no solo fue un intento de conectar con los votantes, sino que también buscaba incomodar a la vicepresidenta Kamala Harris, quien ha compartido que trabajó en McDonald’s durante la década de 1980. La elección de este escenario no fue casual y reflejó una estrategia calculada en el contexto de la campaña electoral.
Un momento notable ocurrió cuando un cliente en el drive-thru, al reconocer al exmandatario, le agradeció con la frase: «Gracias por recibir una bala por nosotros». Este comentario fue interpretado como una expresión de apoyo hacia Trump, destacando la conexión emocional que busca establecer con su base de seguidores.
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