Carlos Gardel, cuyo nombre completo era Charles Romuald Gardès, nació el 11 de diciembre de 1890 en Toulouse, Francia, aunque algunos estudiosos sostienen que nació en Tacuarembó, Uruguay, en 1887. Cuentan los amantes del Tango como yo que su madre, Berthe Gardès, emigró a Buenos Aires, Argentina, trayendo consigo a su hijo Carlitos cuando aún era muy niño.
De tener memoria precisa de cuándo fue que escuché por primera vez un Tango sería difícil recordar, pero estando muy niño los primeros tarareos y tonalidades de esa hermosa música arrabalera que vinieron a mis oídos fueron los de mi Madre Margarita, quien allá en los Biombos de mi Barrio Saladillo, mientras nos hacía la comida o aseaba la casa cantaba aquellas canciones venidas del Sur.
Desde joven, Gardel mostró un talento natural para el canto y la guitarra. Se ganó el apodo de «El Morocho del Abasto» y se convirtió en una figura central en la popularización del Tango. Su voz única y su carisma lo llevaron a alcanzar fama internacional, realizando giras por Europa y nuestro Continente.
Entre sus canciones más famosas se encuentran «La Cumparsita”. «Caminito” y «Mi Buenos Aires Querido.» Además de su carrera musical, Gardel también actuó en varias películas, consolidando su legado como el Zorzal Criollo.
A mi padre Castor nunca le escuché cantar un Tango; a lo sumo los silbaba, pero era un lince bailándolo. En más de una oportunidad me acercaba a verlo jugar Billar, y a escondida por debajo de la Puerta Batiente del famoso Botiquín Saladillero, que estaba en la Calle El Tránsito, lo veía cómo con el palo del Billar y, al son del Tango “Por una Cabeza” sus amigos, entre cervezas y casi todos cantando, hacían rueda para verlo danzar las canciones del Morocho del Abasto.
Puedes leer: Derechos humanos y constitución (Por Douglas Zabala)
Por una cabeza, de un noble potrillo
Que justo en la raya, afloja al llegar
Y que, al regresar, parece decir
No olvides, hermano
Vos sabes, no hay que jugar.
Por una cabeza, metejón de un día
De aquella coqueta y risueña mujer
Que al jurar sonriendo el amor que está mintiendo
Quema en una hoguera
Todo mi querer.
Por Douglas Zabala