La Casa Blanca confirmó al senador republicano por Florida, Marco Rubio, como el nuevo Secretario de Estado del gobierno de Donald Trump, marcando un hito al convertirse en el primer hispano en ocupar este importante cargo. Su nombramiento se produce en un contexto donde la política exterior de Estados Unidos se centra en la firmeza contra regímenes en Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Congratulations to Marco Rubio on his unanimous confirmation as Secretary of State—the first in President Trump's Cabinet.
— The White House (@WhiteHouse) January 21, 2025
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Rubio, de 53 años e hijo de inmigrantes cubanos, es un destacado defensor de una política de ‘mano dura’ hacia estos países. Desde su posición en el Senado, es un duro crítico con los gobiernos de izquierda en la región y apoya las sanciones severas. En su reciente audiencia de confirmación, expresó su intención de considerar a Cuba como un país patrocinador del terrorismo, una designación que el expresidente Joe Biden había levantado antes de dejar el cargo.
Además, Rubio ha calificado al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela como un «narcogobierno» y ha abierto la posibilidad de revocar la licencia de Chevron para extraer petróleo en el país suramericano. Su enfoque en la política latinoamericana se ve potenciado por su propia experiencia personal y su fuerte conexión con la comunidad hispana en EE. UU.
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Aunque su carrera política comenzó con un desafío a Trump en las primarias de 2016, su lealtad al ex presidente fue evidente desde entonces. Rubio ha jugado un papel crucial en el Senado, especialmente en temas de seguridad y política exterior, y su nombramiento se interpreta como un intento de Trump de consolidar el apoyo de los votantes hispanos, quienes han mostrado un giro hacia el Partido Republicano en las últimas elecciones.
Con su llegada al Departamento de Estado, se espera que Rubio implemente una política exterior proactiva y de confrontación, especialmente en lo que respecta a la influencia de China e Irán, mientras busca terminar rápidamente la guerra en Ucrania, a pesar de las complejidades que eso conlleva.
El futuro de la diplomacia estadounidense bajo su liderazgo se mantendrá bajo el escrutinio, especialmente en un entorno donde la dirección de la política exterior podría ser decididamás por la Casa Blanca que por el Departamento de Estado.
Con información de EFE