El Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla activa más grande de Colombia, ha evolucionado en los últimos años a un «ejército binacional», consolidando su presencia y operaciones tanto en Colombia como en Venezuela. Esta transformación ha sido resaltada por analistas que advierten sobre el papel del ELN como un instrumento clave del gobierno venezolano para influir en la política colombiana.
Desde el 17 de enero, los diálogos de paz con el ELN están suspendidos debido al aumento de violencia en la región de El Catatumbo, fronteriza con Venezuela, donde se han reportado decenas de muertos y miles de desplazados. Ante esta crisis, el presidente Gustavo Petro ha declarado el estado de conmoción interior y emergencia económica, buscando soluciones a una situación humanitaria alarmante.
El Catatumbo, reconocido por ser uno de los principales enclaves de producción de cocaína, se ha convertido en un foco de tensión donde múltiples grupos armados luchan por el control territorial. Según expertos, la inestabilidad en esta región refleja una «implosión» de la política de paz del gobierno de Petro, que había intentado establecer negociaciones con el ELN y otros grupos armados.
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Jorge Mantilla, doctor en criminología, señala que la relación entre el ELN y el gobierno venezolano se ha intensificado, convirtiéndose en un asunto de interdependencia. A medida que Colombia mantiene una postura firme contra el régimen de Nicolás Maduro, el ELN se nutre de esta relación para expandir su influencia, lo que complica la situación de seguridad en la frontera.
El fortalecimiento del ELN en la frontera con Venezuela plantea serios desafíos para la política de paz de Petro, que ahora enfrenta críticas por la falta de progreso y la creciente violencia. Los acontecimientos recientes ponen de manifiesto la necesidad de un enfoque más pragmático y efectivo para abordar la compleja realidad de seguridad en Colombia, donde la paz parece cada vez más lejana.
Con información de BBC
