La región de Catatumbo, en Norte de Santander, se ha convertido en el epicentro de una crisis humanitaria sin precedentes, marcada por la ola más grande de desplazamiento en los últimos años. La violencia desatada entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC ha provocado el éxodo de más de 8,000 personas hacia ciudades como Cúcuta, Ocaña y Tibú.
Los combates intensificados en la zona han dejado al menos 80 muertos, con relatos desgarradores de víctimas, como el asesinato de un director comunal frente a su hija. La situación ha llevado a la Defensoría del Pueblo a emitir alertas sobre el riesgo de secuestros y asesinatos, especialmente entre aquellos que habían firmado acuerdos de paz.
Las autoridades locales han activado planes de emergencia. El gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, ha informado que cerca de 3,000 desplazados han llegado a Cúcuta, y se han habilitado albergues para atender a quienes escapan de la violencia.
La magnitud de la crisis ha llevado incluso al alcalde de Cúcuta a calificarla como «la ola de desplazamiento más grande de la historia reciente» del departamento. En respuesta, se han establecido centros de acopio y se han enviado ayudas humanitarias, aunque las condiciones siguen siendo críticas.
La comunidad enfrenta no solo la pérdida de sus hogares, sino también la falta de alimentos y atención médica. Muchos han recurrido a huir hacia Venezuela, buscando refugio ante el temor por sus vidas. La situación en Catatumbo evidencia la escalofriante realidad de la guerra y la necesidad urgente de intervención humanitaria.
Con información de El Tiempo