El barrio de Kensington, en Filadelfia, enfrenta una situación desoladora. La acumulación de basura, jeringas usadas y la presencia de personas demacradas han llevado a que muchos lo llamen el barrio «zombie».
La crisis de opioides en Estados Unidos ha desempeñado un papel fundamental en esta realidad. La llegada de medicamentos altamente adictivos a finales de la década de 1990 marcó el inicio de una espiral descendente para los residentes de la zona.
Además, esta adicción se propagó rápidamente, especialmente entre la población de bajos ingresos y con acceso limitado a atención médica.
El fentanilo, un opioide sintético extremadamente potente y asequible, ha empeorado la situación, aumentando drásticamente las sobredosis y muertes. Donde las calles de Kensington se han convertido en un mercado abierto de drogas, donde la violencia y la delincuencia son comunes.
Los residentes viven con miedo, presenciando a diario escenas de drogadicción, indigencia y desesperación.
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