La Plazoleta de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá vibró con el grito de júbilo «¡Que viva la Virgen!» a las 6:48 pm, marcando el inicio de la tradicional bajada de La Patrona del Zulia. La Reina Morena descendió de su camarín rodeada de luces que iluminaban el interior del santuario, mientras el retablo brillaba bajo un reflector de luz blanca.
La Dama del Saladillo lució un manto corto, inspirado en el Santísimo Sacramento del Altar, simbolizando el cuerpo y la sangre de Cristo. Este manto, elaborado en encaje rose gold y decorado con perlas y cristales, fue ofrendado por la familia Santana Rodríguez y diseñado por Rafael Tapia.
Los Chiquinquireños, como es tradición, fueron los encargados de amenizar la ceremonia mariana. Los gaiteros dedicaron esta emotiva bajada a Renato Aguirre, reconocido poeta y compositor de «Aquel Zuliano», entre otros éxitos gaiteros.
Durante el descenso, la fe y el amor mariano se hicieron presentes, no solo a través de la música, sino también mediante las oraciones de la feligresía.
El padre Jesús Colina, párroco de la parroquia San Alfonso María de Ligorio, elevó una plegaria por la paz del mundo y de Venezuela. Monseñor Enrique Pérez Lavado, tercer obispo de Maturín, presidió la eucaristía previa a la bajada y envió un mensaje de esperanza al pueblo venezolano: «Las desgracias que han afligido a Venezuela son males reversibles».
El lema de las fiestas patronales de este año, «Chiquinquirá, camino de esperanza y paz, ¡125 años consagrados a su hijo!», resonó con especial relevancia en este contexto.
Además, se recordó que esta celebración coincide con el natalicio del beato José Gregorio Hernández, lo que añade un significado especial a esta festividad.
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