A 230 AÑOS DE SU NACIMIENTO: Antonio José de Sucre, un titán de la independencia sudamericana, vivió intensamente en sus cortos 34 años. Nacido el 3 de febrero de 1795, se convirtió en un líder militar y político fundamental en la lucha por la libertad. Su dedicación y bravura se reflejan en su meticuloso trabajo, desde escribir su propia correspondencia hasta inspeccionar personalmente las tropas. Su historia abarca desde Cadete hasta Gran Mariscal, pasando por roles clave como gobernador y presidente de Bolivia.
Sin embargo, la crónica de su vida también nos lleva a reflexionar sobre el presente. Sí Sucre estuviera vivo hoy, seguramente no apoyaría a quienes, como Nicolás Maduro, han llevado a Venezuela a una crisis sin precedentes. La nación ha sido destruida por un régimen que se aferra al poder a pesar de haber sido derrotado en múltiples ocasiones, siendo la más patética, la paliza electoral propinada por Edmundo González Urrutia, bajo el liderazgo de María Corna Machado, el pasado 28 de julio de 2024.
Las últimas palabras de Sucre a Daniel Florencio O’Leary resuenan con claridad: «Dígale al Libertador que concentre todas las tropas de que pueda disponer y que no permita que nadie le imponga nada». Estas palabras son un llamado a la acción y a la defensa del país. La historia nos enseña que el compromiso con la libertad y la justicia es fundamental.
Sucre luchó incansablemente por un futuro mejor para su patria; hoy, el legado de su valentía nos invita a cuestionar la situación actual y a exigir un cambio. La resistencia ante la opresión es un deber cívico y constitucional. Los venezolanos anhelamos recuperar nuestra dignidad y soberanía. Un país libre no puede ser construido sobre las bases del miedo y la tiranía; debe ser forjado por aquellos quienes creemos en la democracia y el bienestar colectivo. Así, recordar a Sucre es también recordar nuestra responsabilidad hacia el futuro de la Venezuela que vendrá.
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