Durante una cadena nacional este lunes, Nicolás Maduro se presentó como un «perseverante defensor de la Carta de la ONU», generando asombro entre analistas y observadores de la política venezolana. Afirmó que su gobierno cree en un sistema de la ONU que respete las leyes internacionales y los derechos de los pueblos, en particular el derecho a la paz y la independencia.
Además, estas declaraciones parecen desconectadas de la realidad que enfrenta el país, donde las violaciones de derechos humanos han sido denunciadas repetidamente.
La ironía de sus palabras es palpable, dado que bajo su mandato, el país ha sido objeto de sanciones internacionales debido a su represivo manejo de la disidencia y la constante persecución a opositores. La libertad de prensa está severamente restringida, y los ciudadanos viven en un clima de temor por las acciones del gobierno.
En este contexto, las afirmaciones de Maduro sobre la defensa del derecho a la independencia y la paz resuenan como una contradicción ante las condiciones que padecen millones de venezolanos.
Además, Maduro criticó el uso de la ONU como un «instrumento», lo que podría interpretarse como una respuesta a las críticas recibidas por parte de la comunidad internacional.
Sin embargo, su administración ha mostrado una tendencia a rechazar o minimizar las recomendaciones y condenas emitidas por organismos de la ONU, especialmente en lo que respecta a los derechos humanos.
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