El concierto organizado por Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores para celebrar la llegada del Año Nuevo se convirtió en un rotundo fracaso, como lo evidencian diversas imágenes y videos que circularon en redes sociales.
Las grabaciones mostraron un escenario prácticamente vacío, con un público que no lograba abarcar más de media cuadra, mientras que los músicos en el escenario eran notablemente más numerosos que los asistentes.
Este desalentador panorama reflejó la creciente desilusión de la familia venezolana, que, en su búsqueda de un cambio político significativo, optó por pasar la Nochevieja lejos de los reflectores del poder.
La falta de interés en el evento se traduce en una clara señal de que los ciudadanos prefieren alejarse de las festividades organizadas por un gobierno cuya popularidad sigue en declive.
Las críticas hacia la organización del evento no se hicieron esperar, especialmente por el infame y extenso gasto de dinero público destinado a llevarlo a cabo.
Además, muchos de los artistas y agrupaciones que participaron en el concierto tienen un largo y estrecho vínculo con la cúpula chavista, lo que ha llevado a que sean cuestionados y «cancelados» por gran parte de la sociedad venezolana.
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