Este domingo 8 de diciembre, las calles de Damasco se llenaron de actividad y euforia tras el derrocamiento del presidente sirio Bashar Al-Assad.
La noticia del cambio de poder ha desatado una ola de celebraciones entre los ciudadanos, quienes han comenzado a vislumbrar un futuro diferente para su país.
Imágenes compartidas en redes sociales muestran a personas dentro del Palacio Presidencial Al-Rawda, donde se tomaban selfies en los pasillos y algunos incluso se dedicaban a saquear el mobiliario. La atmósfera de júbilo contrasta con los años de represión y sufrimiento que han marcado el régimen de Al-Assad.
🇸🇾Imágenes muestran saqueo de la residencia presidencial en Siria
— RT en Español (@ActualidadRT) December 8, 2024
Publican imágenes que muestran el momento en que saquean el palacio presidencial en Damasco, a medida que insurgentes yihadistas toman el control de la capital siria
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Según informes de CNN, el desfile del presidente no ha sido confirmado desde que los insurgentes tomaron el control de Damasco. Rusia, su principal aliado, ha confirmado que Al-Assad huyó a bordo de un avión con destino desconocido.
La caída de Al-Assad representa el fin de más de 13 años de un gobierno autoritario que ha sumido a Siria en un conflicto devastador.
La guerra civil ha dejado casi medio millón de muertos y ha desplazado a más de la mitad de la población del país. Millones de sirios han buscado refugio en naciones vecinas como Jordania, Turquía, Irak y Líbano, así como en Europa, huyendo de la violencia y la inestabilidad.
Este derrocamiento no solo marca un cambio en la dirección política de Siria, sino que también pone fin a un régimen que ha gobernado el país durante casi 54 años, primero bajo el liderazgo del padre de Bashar, Hafez Al-Assad, y luego bajo su propio mando.
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