Este lunes 28 de abril, más de un millón de ciudadanos están llamados a las urnas en Trinidad y Tobago, en unas elecciones parlamentarias marcadas por la inseguridad, la recesión económica y una competencia electoral reñida entre el oficialismo y la oposición. El primer ministro Stuart Young, recientemente asumido en el cargo, busca mantenerse en el poder frente a Kamla Persad-Bissessar, exmandataria y favorita en las encuestas.
Con un panorama económico adverso y una ola de violencia que dejó cerca de 600 homicidios en 2024, la población se encuentra inquieta. El país caribeño, conocido por su vibrante carnaval y su industria gasífera, salió apenas el 14 de abril de un estado de emergencia declarado en diciembre pasado, que no logró frenar del todo la actividad de bandas criminales.
La situación económica se ha visto agravada por la revocación, en abril, del permiso estadounidense para desarrollar junto a Venezuela el prometedor yacimiento gasífero «Dragón». Esta medida ha frenado las expectativas del gobierno trinitense de reactivar la economía mediante su alianza energética con Caracas. Young, exministro de Energía y ahora líder del Movimiento Nacional del Pueblo (PNM), criticó las promesas de su contrincante Persad-Bissessar, calificándolas de «poco realistas» por su alto costo fiscal, estimado en 2 mil millones de dólares.
Mientras tanto, las autoridades de Trinidad y Tobago temen posibles disturbios durante el proceso electoral. El comisario de policía Junior Benjamin advirtió sobre información que sugiere planes para perturbar los comicios. “Adoptaremos un enfoque de tolerancia cero”, afirmó. Los resultados se esperan para la noche del mismo lunes, en una jornada decisiva para el futuro político de la isla.
Con información de AFP
