La decisión del presidente Donald Trump de retrasar un posible ataque contra Irán ha dejado a Israel en una posición estratégica compleja.
Según informó The New York Times, la expectativa de una acción militar estadounidense sobre la planta nuclear de Fordow, altamente fortificada y ubicada en el norte de Irán, se desvaneció momentáneamente tras conocerse que Washington postergó la decisión al menos dos semanas.
Este aplazamiento ha provocado inquietud en el gobierno de Israel, donde crece el debate sobre actuar en solitario. Mientras el sistema de defensa antiaérea del país enfrenta presión constante y sus interceptores se agotan, el temor a un eventual impacto de misiles balísticos sobre zonas civiles o infraestructuras críticas aumenta cada día.
El impacto económico también se agrava. El cierre del espacio aéreo, la paralización del comercio y el estancamiento de sectores estratégicos amenazan con profundizar la crisis interna. Para muchos líderes israelíes, resolver el conflicto cuanto antes permitiría retomar la normalidad.
Ante la incertidumbre en Washington, el gobierno de Benjamín Netanyahu evalúa opciones. Desde un posible ataque aéreo directo a Fordow hasta una operación encubierta con comandos de élite, las alternativas son arriesgadas.
Sin embargo, expertos advierten que Israel no cuenta con la capacidad destructiva que tiene Estados Unidos. “Si Israel pudiera hacer lo que EE.UU puede hacer, ya lo habría hecho”, afirmó Itamar Rabinovich, exembajador israelí en Washington.
Otra posibilidad, aunque poco popular, sería cesar la guerra sin atacar Fordow, dejando intacta parte del programa nuclear iraní. Sin embargo, el discurso político interno se ha radicalizado, con llamados a derrocar al régimen de Teherán y eliminar al ayatolá Ali Jamenei.
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